Los Müller vivieron aquí una larga temporada. Aprendieron las formas amables y gentiles de las personas que les acogieron. Quienes hablaban con ellos por primera vez, les preguntaban de dónde venían, por su acento. Un acento robótico que iba menguando mecánicamente mientras respondían con dulzura y humanidad. Tenían talento y adquirieron destreza en las practicas humanas más sutiles.Parecían nativos de este pueblo de no ser por las antenas. No las podían retraer.
Sus rostros afables y sensibles quedaron por siempre retratados en nuestra memoria…